Por Miguel Santana – @santanadeportes
La última hoja del calendario se cayó y con ella, empieza el segundo capítulo del libro llamado La carrera de Jesús. Todos necesitamos empezar para demostrar, pero no cualquiera se atreve a asumir un reto sabiendo que aquello pudo haber significado un paso en falso. Hace 365 días, por su cabeza ni remotamente pasaba que sería el técnico de Portuguesa y que estaría a poco de consumar un hecho por demás trascendental, disputar una competición internacional con el cinco veces campeón de Venezuela por vez primera en ¡40 años! Él tiene 35 y viaja en el tren de las grandes oportunidades. Quedan las estaciones Monagas, Deportivo Táchira, Rayo Zuliano, La Guaira, Academia Puerto Cabello, Angostura, Mineros y Caracas.
Dentro del vagón, va un entrenador plasmando las ideas sobre su libreta, a la espera de continuar transitando senderos exitosos, pero sabiendo que la vertiginosa dinámica futbolística es camaleónica. 
No quiere espacio para la improvisación, ni dejar algún cabo suelto. Por eso, se prepara cada día pensando en dar lo mejor, disfrutando cada hora en su máxima expresión y viviendo, porque, a fin de cuentas, eso es lo más importante en medio da tantas realidades.
Jesús y la carambola. Había sido un soldado de batalla, técnico de divisiones formativas, que, en 2015, recibió el aval de Daniel Farías para presenciar entrenamientos de Primera y hacerse cargo de ciertas cosas; Juan Domingo Tolisano es un nombre que habrá que subrayar, porque a su lado, vivió cinco años de puro aprendizaje, divididos entre Puerto Ordaz y su amada San Cristóbal. 
Siempre como actor secundario, silencioso, pero muy trabajador. La primera prueba de fuego llegó con Deportivo Lara, equipo sumergido en deudas y deportivamente desahuciado, pero en el nombre de Jesús, resucitó.
“El presidente del club, para entonces, me pidió que me hiciera cargo de la dirección técnica, pero yo no quería. Aceptar esa propuesta iba a representar faltarle el respeto al director técnico del filial por una cuestión de jerarquía, pero él insistió y todo se dio para que me pusiera al frente, haciéndome cargo de un equipo con muchos problemas extradeportivos, pero lleno de gente comprometida. Estuvimos a nada de ir a la Copa Sudamericana, cuando prácticamente teníamos todo en contra. Fue una experiencia que me hizo crecer mucho y después, vino un nuevo reto”, dijo.
A Ortiz le llegó la oportunidad de observar cerca las cinco estrellas. En Portuguesa debía demostrar que su ritmo en la zona musical de Venezuela no había sido cuestión de otra cosa que no fuera trabajado, determinación y enfoque. Esta vez la realidad en nada se parecía a la de su primer elenco, pero tener claro que debe venir un cambio, fue el motor que lo impulsó a creer y crear.
Imaginemos a Hulk, pero maniatado, enjaulado y adormecido. Ha sido golpeado y fue encerrado para impedirle entrar en la escena del héroe con fortaleza. Durante 40 años, ha estado condenado a vivir de lo que fue y entre el vaivén de Segunda y Primera, puede llamarse grande, aunque algunos renieguen de su categoría. A esta hora, el doctor Bruce Banner se está molestando, y una vez la bestia salga, esas esposas quedarán rotas, la jaula será reventada y aunque creamos que siga siendo de color verde, el rojo y el negro se apoderarán de todo.
“Queremos quitarnos eso de ‘penta’, porque pareciera que nos quedamos ahí. Nuestro objetivo es volver a una competencia internacional después de cuatro décadas y estamos trabajando fuertemente para lograrlo. ¿Por quiénes lo hacemos? Por esa extraordinaria afición, que en todo momento nos está acompañando. La mayoría de personas quienes vienen al estadio no saben lo que es ver a Portuguesa compitiendo fuera de Venezuela y es nuestro deber que el monstruo despierte. Abrir esa puerta significaría mucho para mí”, aseguró el joven entrenador, profesional de la Educación Física.
¿Qué pasó? Es lo que muchos se preguntan para entender los motivos de este elenco, capitaneado por el bombardero RB9 y guiado por aquellos quienes suman voluntades para hacer historia. “Había un divorcio entre el equipo, la prensa y los aficionados. Nosotros creemos que todos los entes son importantes y que en la unión es clave. Hoy, el ambiente es muy diferente, pero debemos tener los pies bien puestos sobre la tierra, porque no hemos ganado absolutamente nada. Creo en el trabajo honesto, sincero y humilde”, agregó.
Tal vez, con el devenir de los acontecimientos, hablemos del heptacampeón, pero Jesús Ortiz sabe que eso es, por ahora, un sueño. Ocurre que los sueños se trabajan y tanto él como sus dirigidos, no paran de laborar en aras de bordar la nueva estrella, alumbrando así la hazaña escrita desde eso que llamamos pasión. Todos los días hay una posibilidad de demostrar lo que puede llegar a hacer.
“No me gusta estar dando de qué hablar, que no sea por mi trabajo y deseos de superación. Puedo comerme una empanada en una esquina o estar hablando con personalidades importantes, para mí, honestamente, todos somos iguales. Disfruto mucho el diario, considero que debemos prepararnos siempre, que debemos leer y estar al día con las nuevas tendencias. Tengo algunos estudios en orientación de la conducta y cada vez que pueda, seguiré capacitándome. Nadie nos puede arrebatar el deseo que tenemos”, aseveró.
Mañana volverá a salir el sol y cada vuelta significa que hay opciones de mejorar. Jesús no tiene idea de dónde estará después, pero aquí y ahora son sus premisas fundamentales. Un año después, sabe que las primeras veces nunca se olvidan, pero también está prohibido olvidar que lo único constante se llama cambio. En el tren continúa andando, animado con el deseo de ser grande, y yendo por más.
