No es fácil dar en el blanco, ni siquiera para Daniel, con todo su recorrido y capacidad pese a ser una persona joven. Jugó para Caracas y Metropolitanos en Venezuela, se hizo un nombre en Panamá y tocó las estrellas el domingo 16 de julio de 2023, cuando la selección canaleña y México disputaron el último partido de la Copa Oro, escenificado nada menos que en el Sofi Stadium, donde un gol de Santiago Giménez al minuto 88 ahogó la esperanza centroamericana de campeonar. Todo iba perfecto, tenía un puesto asegurado en un seleccionado importante de CONCACAF, era cercano de Thomas Christiansen y su proyección lo hacía ver como alguien quien, en corto plazo, se haría cargo de un importante proyecto, lo que generó una llamada con código +58 y, por consiguiente, un aterrizaje de vuelta al país para hacerse cargo del Monagas Sport Club, elenco con tradición en la Liga FUTVE, campeón absoluto en 2017, finalista en 2022 y habitual presente en instancias decisivas. Lo meditó hasta el final, decidiendo volver a casa.
El entrenador llegó a Maturín, ciudad ubicada a 502 kilómetros de Caracas, capital venezolana. Arribó a suelo oriental con el firme propósito de imprimirle su sello al juego azulgrana, sabiendo que la meta no era otra que arrojar números positivos desde el punto de partida. Asumió la dirección técnica con gallardía, y en principio, hubo dolores de cabeza: derrota 2-4 frente a Metropolitanos en el debut; revés 2-1 versus La Guaira y un empate sin goles contra Carabobo en su tercera presentación, significaban la obtención de apenas uno de sus primeros nueve puntos dirigidos, pero después llegó la paridad 1-1 nada menos que midiendo fuerzas en Caracas con UCV de local, y luego, sumó tres victorias de manera consecutiva: 3-2 contra Estudiantes, 1-2 versus Portuguesa y 2-1 ante Rayo Zuliano. Todo iba ok, y por delante quedaban los gigantes Deportivo Táchira y Caracas. Perdió apenas 1-0 de visitante contra el primero y empató 1-1 ante el segundo, y ahí, de manera sorpresiva para algunos, el ciclo de Blanco tomó color negro. Le fue notificada la decisión de no continuar. Su estancia duró nueve duelos.
Desde entonces, solo le ha quedado prepararse de cara a un siguiente reto, con la frente en alto, entendiendo a la perfección que, en el fútbol, lo único constante se llama cambio. Han pasado algunos días desde que se despidió de tierras monaguenses y su próxima parada, aunque no está clara, algo bueno significará, porque más allá de su calidad profesional, es una persona respetada por el universo balompédico americano. El celular volvió a sonar.
“Vi esos nueve partidos con Monagas como algo positivo, porque siento que cumplimos muchas metas tanto a nivel individual como grupal. Estuvimos entre los tres primeros elencos con más remates al arco y fuimos el que menos disparos recibió, además que teníamos una identidad muy clara y solo perdimos uno de los últimos cinco partidos dirigidos. Al final, no soy quién para cuestionar decisiones”, dijo, todo aquello en tono analítico, asumiendo que solo queda salir hacia adelante.
Como jugador, el nombre de Daniel Blanco no fue rimbombante en Venezuela, pero sí se caracterizó por ser un tipo disciplinado, que debió salir hacia otras latitudes para demostrar sus capacidades en el dominio de la esférica. Con 29 años y al servicio de Potros del Este, se retiró para abrirse camino como asistente técnico, eso a pedido del entrenador de lo dirigía entonces, quien valoró su visión de juego y quiso que este llevara todos los conocimientos hacia el otro lado de la raya. El mirandino, campeón en la cancha y en el banco, siempre ha sido hombre de decisiones importantes en momentos oportunos, por lo que nunca se ha detenido.
“Lo importante es siempre saber que debes perseguir tus sueños, pero sin apuro, sabiendo que las cosas van a llegar. He vivido cosas importantes, y sé que lo mejor está siempre por venir, pero asumiendo en todo momento el compromiso de prepararme, de ir hacia adelante y de saber que no siempre todo saldrá como quieres, pero eso no significa que vayas por el camino incorrecto. Un entrenador de fútbol debe saber a lo que se expone”, aseveró.
A nivel de juego, los equipos de Blanco van más allá del trabajo táctico, porque a criterio del entrenador, de nada sirve tener demasiado la esférica si no atacas. Por ello, sabe que todo se da en función de la necesidad de cada partido, haciendo que el jugador entienda la importancia de atacar y a su vez, logrando que los elencos rivales lleguen poco a su área. Se considera dinámico, es intuitivo y por encima de todas las cosas, un obseso del trabajo.
Panamá es su segundo hogar, un lugar donde amó estar y en el cual dejó muchas puertas abiertas. Disputar la Copa América sigue siendo un sueño pendiente, que pudiera cumplirse próximamente, en caso que alguna puerta vuelva a abrirse. De resto, sigue siendo el mismo tipo educado, feliz, que ama profundamente a su familia y sabe que el fútbol da para todos. Daniel dice que, quien labora arduamente, siempre tendrá una oportunidad, por lo que continúa cada día preparándose más, al ritmo de su pasión y en función de trascender fronteras.