Por Ramon Vilageliu.
Trascender, ser único, ganar. Tres características que todo humano desea tener. Pero no es sencillo. Nada es sencillo. Lo sencillo no gusta, ni vende. Llegar lejos es bonito, es lo ansiado en todo momento, pero para eso hay que trabajar y estar atento todas las horas del día. Estamos a escasos días de saber si tenemos nuevo campeón del mundo o si un equipo repite 60 años después de que otro lo hiciera. Estamos a un paso de la gloria, de la luna. Después de tanto sufrimiento uno obtendrá lo que quiere. Uno obtendrá lo que hace un mes que busca. O cuatro años. O toda una carrera. Messi contra Mbappé. Argentina contra Francia. La final de las finales.
Francia sabe sufrir, y hace años que lo demuestra no sólo en las calles de París, si no también sobre el verde. Los de Deschamps han aprendido con los años a que si quieres ganar un título importante no hace falta dominar los 90 minutos del partido. Solo hay que hacerlo durante breves instantes. Un aura de Real Madrid. Ancelotti se lo ha demostrado a Didier. ¿O fue al revés? Dos entrenadores históricos que se rigen por una idea común, ser ganadores sin tener que dominar durante todo un encuentro o eliminatoria. Al final es lo que marca el futuro, lo que marca el fútbol en los últimos años, ser decisivo en los momentos importantes. Marcar las oportunidades que tienes. Meter el balón al fondo de la red. Suena fácil, spoiler: no lo es. Para nada. Es lo más difícil, pero si tienes a gente como Mbappé, Benzema o Vinicius todo lo parece. Real Madrid y Francia, separados al nacer.
Los gallos sufrieron. Y ganaron. Dos ideas que se pueden entender juntas, pero a veces no se relacionan. A veces los que sufren pierden. De hecho, es más habitual de lo que parece. Pero Francia gana. Aunque no domine durante todo el partido. Aunque Marruecos coja la batuta del juego en la segunda parte y los ponga contra las cuerdas. Aunque los defensores franceses tengan que sacar el balón de debajo de la línea en varias ocasiones. Ellos siempre están ahí. Y si tienes a alguien tan resolutivo como Mbappé aún mejor. Y si tienes a alguien que te defiende igual de bien que ataca como Griezmann también es un lujo. Otra clase magistral del jugador del Atlético para demostrar su valía una vez más en el ecosistema que más le gusta del mundo: la selección. Francia suma una nueva final en un mundial. Dos finales en ocho años. Una generación de oro que aún tiene recorrido por delante. ¿Quién los puede parar? No voy a ser yo con mis palabras, porque les estoy disfrutando como un niño abriendo sus regalos de Navidad. Unas fiestas que se acercan aunque, para mí, el regalo de este periodo será el domingo cuando suena el silbato del árbitro.