Por Ramon Vilageliu.
Hay muchos aspectos que durante toda la historia se han mantenido de una forma y que es muy difícil de cambiar. O hasta imposible. Hay otras cosas que, queramos o no, siguen su ciclo natural y evolucionan hacia mejor o, simplemente, hacia otro lugar al que nunca había estado. En el fútbol esto también ocurre. Dinastías que en algún momento habían dominado el deporte rey dan su relevo a otras que quieren escribir su nombre en los libros del futuro. Esto es lo que pasa con los Estados Unidos que, cansados de ser considerados un país futbolero, ahora quieren hacerse su hueco en el deporte que nos apasiona. Y frente a Inglaterra, fue la oportunidad de demostrar al mundo la intención de los norteamericanos.
El Inglaterra versus Estados Unidos nunca ha sido considerado un derbi o un clásico, pese a que ambos conjuntos hablan el mismo idioma. La verdad que el inglés hablado en las islas británicas del de los Estados Unidos es bien diferente. Los ingleses se ríen del acento de sus vecinos y los americanos de los ingleses. Pero en el fútbol nunca se habían mirado de frente. De tú a tú. Siempre había sido un juego desigual. Hasta este Mundial. En el partido disputado en el alejado del resto Al Bayt, USA hizo un ejercicio de fuerza y demostró que no está tan lejos de Inglaterra. Ni del fútbol al que todos estamos enamorados. Los Estados Unidos jugaron con garra y corazón, con un Musah siguiendo a Jude Bellingham por todo el campo y un Pulisic que finalmente sí que actuó como “Capitán América”, sobrenombre que se le da al del Chelsea. Los de Berhalter fueron un dolor de muela para los de Southgate, que tampoco ocasionaron muchos problemas a la portería de un increíble Turner, muy seguro en todos los centros laterales ingleses. Al final empate sin goles. Football o soccer, se preguntaban ambos aficionados antes del partido. La pregunta, después de haberlo visto, tiene más incógnitas de las que imaginábamos.