Por Miguel Santana – @santanadeportes.- Hola, me llamo Pedro Manuel Pérez Polanco y a partir de hoy, conocerás mi inmenso repertorio de conocimientos como manager de béisbol en Venezuela y en donde sea que me ponga a trabajar. Permíteme hablarte acerca de mi palmarés, tengo 48 años, pero 107 kilos, jugué preinfantil en los Caimanes de La Hollada y todavía no entiendo las razones de mi entrenador de aquel entonces, “Chivo” Mena, quien no me metía a jugar a pesar de lo bueno que era; jugué en el campito de atrás del bloque donde crecí, con los hijos de doña Tircia, el amigo Franklin y el pana Julio; y actualmente, mato la partía de sóftbol los sábados con mis panas, Rubén, “ el zurdo” y “el guaro”, con quienes fundamos Los Isotopos y competimos en la Liga +45. En estos días vi al “Kid” Rodríguez, ese es pana de varios panas, yo lo conozco, soy súper amigo personal.
Bueno, como quien dice, lo cierto del caso es que vengo a contarles que estoy muy molesto con Henry Blanco, porque soy fanático de los Cardenales de Lara, pues mi papá nació allá y cuando yo era chiquito me regaló la camisa del equipo. A mí nadie me saca de la cabeza que el manager jugó pa’ perder, porque, ¿cómo es posible que tome esas decisiones tan malas? Ósea, ven acá: tienes a Ildemaro Vargas en primera y viene a batear el pana este, ¿cómo es que se llama? Gorkys Hernández. ¡Coño! ¿Por qué no lo mandas a tocar la bola? Ah no, lo manda a batear sabiendo que el chamo va a dar un roletazo pa’ doble play y mata el inning, porque no me vas a venir a decir tú que Henry Blanco no lo sabe. Ah, pero claro, es contra el Caracas, entonces, como el quiere estar ahí, hace esas cosas pues. Lo otro es ese empapamiento con Silvino. Mira, si tú sabes que Silvino viene mal, ¿por qué no metes a Vicente Campos? ¿Por qué? Yo en su lugar hubiera hecho eso y tendría récord de 15-0 en el Round Robin, pero por eso es que estamos casi eliminados. Y lo peor es que él lo sabe, porque él lo sabe y es así. Punto.
Este deporte no tiene ciencia, es demasiado fácil: tú agarras el bate y bateas, ya. Tienes que ser paciente. Si sabes que Vizcaya está descontrolado, ¡aguántate chamo! Déjelo lanzar. Pero no, siempre con un atoro y una vaina, siempre. Ah, y se me olvidó decirte: Darwinzon Hernández no es un relevista corto. Ese chamo fácil, fácil, fácil, te puede aguantar tres innings. No me gusta Querecuto en tercera base. Tiene que fildear mucho mejor y ser más rápido.
Y entonces, después de aquel inigualable testimonio, cuyo parecido con la realidad es solo mera coincidencia, Henry ha dado en el blanco: es el primer manager venezolano que, después de ver a su equipo ir perdiendo 0-4 al inicio del Round Robin, logra clasificar a la final, pero no a cualquiera, sino a su segunda en par de años, una con Tiburones y otra, bajo el mando de Cardenales. Por cierto, “fue un error haberle extendido el contrato un año más antes de comenzar el Round Robin”, ¿no? Habló el verdadero rey de la verdad: los resultados.
No basta tener una carrera de 16 años en Grandes Ligas, ni haber sido el receptor de Johan Santana, único doble Cy Young venezolano y el “Toro” Zambrano, uno de los mejores lanzadores en la historia de todo el país; no es suficiente haber ganado un par de anillos en Series Mundiales, uno con los Cachorros de Chicago y otro con los Nacionales de Washington. No, no es suficiente, nada lo es, a criterio de quienes dicen saber mucho, pero hicieron poco. Jamás he leído una crítica de Dusty Baker a Henry Blanco, de hecho, ni siquiera el mismísimo “Ozzie” Guillén, su contrincante en la última instancia y único criollo en ganar en el mejor béisbol del mundo como manager, se atrevería a tanto. ¿Por qué otros sí? Porque un sector de la afición piensa desde la visceralidad y si acaso, evalúa en base a lo circunstancial. Si ganas, eres el número uno; si pierdes, no mereces ningún respeto.
Quienes lo criticaron de manera injusta, hoy están callados y tendrán que presenciar la última parte del espectáculo beisbolístico con un dirigente que se ganó su lugar a puro pulso. “No fue fácil empezar 0-4, pero nosotros confiamos en lo que tenemos, un grupo aguerrido de muchachos que sale todos los días a jugar béisbol duro”, dijo el receptor en épocas pasadas.
Nadie trabaja pensando en fracasar, querido Pedrito. Por vez primera en la historia, salados y crepusculares se verán las caras en una final. Permíteme una recomendación antes de dormir: si quieres que algo salga bien, hazlo tú. Pero el día que no salga como deseas, échate la culpa. Y cuando otro demuestre que superó tus expectativas, no te escondas y felicítalo de corazón.
