Por Ramon Vilageliu.
Pocas veces en la vida se pasa tan por encima de cualquier situación. Normalmente todo es difícil. Todo tiene un precio. Pero hay arrebatos de suerte, sea buscada o porque te la encuentras, que nos permiten elevarnos por encima del resto y destacar. Días en los que nos sale todo bien y fluido. Como si alguien hubiera puesto una estrellita en nosotros y nada nos pudiera dañar. España experimentó frente a Costa Rica esta sensación en su debut mundialista en Qatar 2022.
Los españoles dominaron de principio a fin. Podría terminar así el artículo, ya que esta fue la realidad, pero es preciso destacar algunos aspectos. Como la fluidez en la circulación del balón de los jugadores de Luis Enrique. Pocas veces un futbolista de La Roja daba más de tres toques con el balón y con una selección en bloque bajo como la costarricense esta es la mejor manera de abrir las defensas. Y así lo hicieron. Vaya si lo hicieron. Desde los primeros minutos fue un dominio absoluto, apabullante, sin discusión. Iban cayendo los goles y los rostros de los españoles seguían siendo los mismos. De disfrutar sobre el verde, de pasarla en grande jugando a este deporte que horas antes nos había sorprendido con la victoria con remontada incluida de Japón frente Alemania. España estaba advertida, seguro. Y a veces las advertencias consiguen su propósito. Ferran, Pedri, Gavi, Busquets… jugadores que en el Barcelona a veces sufren, pero que, sin embargo, con la selección parece que vayan flotando por el campo. Como si de una partitura de música se tratara, España, comandada por el streamer Luis Enrique se comió a Costa Rica. Para marcar territorio, para decir: aquí estamos.
Y aunque poca gente la daba como una de las favoritas, después de ver todo lo ocurrido hay que hacerle un hueco en esta lista y a la espera de Brasil, Portugal o Uruguay, España ha demostrado que su tiki-taka no está muerto. Más bien al contrario, está más vivo que nunca. Y con sus matices, variaciones que le dieron un inicio esperanzador.