Por Ramon Vilageliu.
Hay estados que marcan la personalidad de las personas. Que durante un instante se convierten en héroes, o en villanos. Y que, además, también pueden marcar las emociones de las personas a su alrededor ya que su impacto puede llegar a ser tan grande que repercute en los demás. Esta gente tiene una presión añadida a su persona muy grande. No sólo él depende de sí mismo, sino que otros se nutren de sus acciones para dictar su felicidad, o su desesperación. Los que tienen ese poder, adquirido por nacimiento, deben ser muy fuertes de mente. Deben ser excelentes siempre porque si no pueden caer en la perdición, en el fracaso absoluto. Y no es lo que quieren. Leo Messi tiene esa habilidad, esa destreza. Messi marca la felicidad de mucha gente. Se depende de él. Y el argentino lo asume.
Los albiceleste llegaban al partido frente México con la espada en el cuello. Era un todo o nada. Una final anticipada. Si ganaban estaban dentro de la pelea. Si perdían o hasta empataban todo se esfumaba. En el último Mundial de Messi, Di María y compañía. Y esto no podía ser. El partido fue trabado, bronco, en la primera parte. Y los ánimos de los aficionados decaían. Solo había una persona que podía levantarlos: Lionel Andrés Messi Cuccitini. El de siempre. El que nunca le falla a los suyos. Ahí estaba. Decisivo como siempre. Único como nunca. Agarró un balón a la frontal del área y cruzó un esférico lejos de los alcances de Ochoa. Sonreía Leo, sonreía una nación. Todo solventado.
Horas antes había pasado lo mismo en el Francia- Dinamarca. Los europeos empataban sin goles en un partido con pocas ocasiones al término de los 45 minutos. Pero apareció Mbappé y primero con un derechazo después de una buena jugada individual y después con un remate con una parte del cuerpo inédita mostró el camino de la victoria a los bleus. 2-1, y hacia octavos de final como primera de grupo. Tan fácil y difícil a la vez. Como sólo los genios lo saben hacer.
Es aquí donde el ser prevalece delante del estar. Se es decisivo. Y aunque a veces se le aparezca un ser divino a uno no siempre se puede ser decisivo, sólo los elegidos lo son. Solo gente como Messi o Mbappe lo son.
