Por Miguel Santana – @santanadeportes.- Hace 20 años y con apenas un par de décadas cumplidas, Ángel Faría comenzaba a dar de qué hablar en el fútbol venezolano, vistiendo la camisa del Deportivo Italmaracaibo. Por aquel lejano 2004, era considerado una promesa del balompié criollo, llamado a convertirse en uno de los mejores del país. Su capacidad para salir jugando con prestancia, el valor de la velocidad que desde siempre ha tenido y un indiscutido profesionalismo, generaba que, en él, hubiera una atención distinta.
A pesar de sus grandes noches con Carabobo, Estudiantes de Mérida, Zulia, Trujillanos, Portuguesa, Zamora, Aragua, Mineros y demás, a falta de una jornada para el término de la pasada campaña, el capitán de Rayo Zuliano tuvo un discurso para con sus compañeros en la intimidad del camerino marabino, donde apenas faltaban minutos para medir fuerzas contra Academia Puerto Cabello, en lo que significaba no solamente un partido especial, sino la posibilidad de lograr algo grande: hacer que la escuadra dirigida por Elvis Martínez clasificara a Primera Fase de la Copa Sudamericana, todo esto en apenas su primer año en Primera División.
Aquella tarde, el maracucho no solamente fue uno de los mejores en la cancha, sino demostró que predica con el ejemplo, dejando el alma en honor a la camiseta que llevó puesta. Un gol de “Bebé” Ochoa fue suficiente para ganar dicho choque por 1-0 y con ello, sellar su clasificación a la prestigiosa instancia internacional, en lo que significaba algo histórico para una organización que apenas da sus primeros pasos.
Pero lo cumbre no fue eso, sino lo hecho hace apenas horas, contra Deportivo La Guaira en el Estadio Nacional Brígido Iriarte de El Paraíso, donde Faría fue considerado el MVP de aquella confrontación, por haber salvado, casi en la línea de gol, una anotación que pudo haber supuesto el adiós al sueño copero. Corría el minuto 81, cuando los litoralenses tuvieron la opción de vulnerar el arco de Daniel Valdés, solo que, detrás del guardavalla, un Ángel salvó todo y devolvió las almas rayistas a sus cuerpos. Eso fue el punto de inflexión que legitimó un pase a la gloria.
“Este partido está entre los más importantes de mi carrera, porque tengo el sueño de jugar una Copa Sudamericana en su Fase de Grupos y lo vamos a cumplir, porque nada de lo que hemos hecho se hubiera explicado sin el esfuerzo de todos los compañeros. Hicimos un partido que estuvo a la altura de lo que significaba este compromiso, sabiendo que debíamos darlo todo para llegar a donde todos queríamos”, expresó.
Pero hay más: Faría, además de su acción salvadora, cobró el penal que a la postre terminó marcando diferencia en la eliminación desde el punto blanco, demostrando que su liderazgo se exhibe más allá de cualquier palabra, porque certifica con acciones que apartarse del protagonismo bien entendido nunca será una opción.
“Le dije al profe que yo quería patear, que me diera la oportunidad y que quería un penal decisivo, el cuarto o el quinto. Pasaron muchas cosas por mi cabeza, algunas finales perdidas, algunos momentos dolorosos y pensé que esta vez sería diferente y así fue”, agregó el zuliano.
Desde la asunción del compromiso, sabiendo que con 40 años la vida apenas comienza, Ángel Faría ha visto cómo su principal meta en tiempos actuales es una realidad. Ahora, es momento de avanzar, trascender y continuar conquistando metas, porque, aunque el fútbol sea un estado de ánimo, las emociones cambian andando sobre un sendero en el que, lo único constante, se llama cambio. Esto lo tiene más que claro, así que la página está pasada y es momento de escribir más.
