domingo, mayo 19, 2024
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La historia de “Onechot” y el fútbol: cómo se hizo cantante

Por Miguel Santana – @santanadeportes

Futbolista con dreadlocks y de talla común, las miradas se entrelazaron cuando lo vieron pisar el campo. Era un hombre de paz y su idilio con la pelota terminó convirtiéndolo en difusor de arte. Juan David batalló contra Goliat cuando un disparo se cruzó en su camino, pero jamás en su optimismo. Desde este párrafo, explicaremos los motivos de su música a partir de un primer paso en falso, porque al mismo puro estilo de Bob Marley, el fútbol le dio vida. Onechot tiene una historia.

En 1977, el Parque Zoológico de Caricuao abrió sus puertas, los restos de Teresa Carreño fueron llevamos al Panteón Nacional, la Plaza El Venezolano era declarada Monumento Histórico del país y entre tantas cosas, Caracas fue testigo del primer grito cortesía de Juan David Chacón. El tiempo pasó y sobre sus agujas, eran tejidos los sueños de un niño que quería ser Diego Maradona, pero la mano que puso Dios sobre sus genes, trajo consigo otros propósitos.

Todo el colegio transcurrió entre canchas y gradas, haciendo y observando, dándole forma a un jugador con dotes de mediocampista pasador, rápido, ágil y con cierto grado de precisión. A la par de aquello, la musa seducía su mente y lo llevaba a zona de creaciones. En las búsquedas, sus ojos abrieron y cerraron, hasta convertirse en un adolescente que debió tomar rumbo a la universidad.

Una charla con don Guillermo Valentiner significó la oportunidad de su vida: “le dije al doctor que, en este país, las carreras futbolísticas de los jóvenes terminaban cuando comenzaban los estudios universitarios y él, de manera inmediata, levantó su teléfono y llamó a ‘Chita’ Sanvicente, pidiéndole que nos diera la oportunidad de probarnos con el Caracas tanto a mí como a mi amigo Luis Enrique Sánchez. Sentía que estaba viviendo un sueño, algo inmenso”.

Y así, con la llegada de un nuevo amanecer, la camisa roja aguardaba por “Juancho”, sobrenombre nacido a propósito de su parecido con el lagarto de tiras cómicas. Iba con todo, dispuesto a demostrar que el momento de la verdad había llegado y que nada sería igual a partir de aquella primera demostración, como en efecto, sucedió. Solo bastaron pocos minutos para entender que, en la vida, una cosa es querer y otra, poder. Vamos a lo primero, a “Onechot”, el artista que brilla cuando África ruge, con un ritmo de cumbia que nos lleva al más real de todos los análisis: la vida es una sola. Escribió postales de Caracas y tuvo una conexión mágica con la canción bonita. “Me sacaron la chica y me fui”, dijo.

Pero entonces, esa primera escala sirvió para cambiar el rumbo hacia un sendero de éxito, recorriendo continentes y abriendo mentes con el mensaje que lleva consigo. The BadMan Orchestra fue una etapa para darle vida a varias producciones, suficientes como para empezar a enamorar al semejante.

Estuvo en las tarimas más altas de Países Bajos, pasó por Estados Unidos, Colombia, República Dominicana y Jamaica, pero nada como Venezuela, en sus propios términos. Le debe todo al país que le ha permitido abrirse ventanas al mundo, porque es un artista universal, pero con sello Vinotinto y al igual que millones, anhela el Mundial. Juan es un hombre de fútbol y una persona de letras.

“Muero por el Caracas Fútbol Club, mi equipo; soy de Cocodrilos en el baloncesto y de Leones en el béisbol. Como músico, me considero el futbolista que nunca pude ser, pero todos los sueños que tuve para brillar en un campo, los terminé concretando en otro ámbito de la vida”, aseveró. Juan David Chacón es el esclavo de “Onechot”, al que la gente conoce y respeta, más aún porque entiende la importancia de cada pequeño detalle del existir.

Reseñó El Universal en 2012, que Chacón vivió un horrendo episodio, cuando transitando las calles de Bello Monte, fue herido de bala cuando unos maleantes pretendían robarle su vehículo. Ese disparo en la cabeza presagió lo peor, pero la fuerza de un león le permitió rugir y como el Ave Fénix, desde las cenizas emerger.

“Soy otra persona desde aquel día, porque la vida se me revolvió. De hecho, un año después de recuperarme, me convertí en padre. Todo cambió para mí y ahora entiendo lo que vale un detalle, un momento, respirar, ver un amanecer. Quise dejar un legado en esta tierra y con Dios, así fue”, agregó.

“Onechot” ama a Venezuela, su gran madre, su tierra. En ningún otro lugar ha podido hallar lo que encuentra en cada rincón del sitio donde dos veces, ha nacido. Es famoso por su ser exponencial en la música reggae y la cultura rastafari, pero antes de todo aquello, pudo haber sido el futbolista que amenizara camerinos con este género. Su destino fue otro, pero el fútbol es libertad y él se sintió listo para elegir lo que realmente ama hacer con toda el alma.

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