Por Ramon Vilageliu.
Normalmente tenemos sorpresas en nuestro día a día. Situaciones que nos sobrepasan y nos dejan sin saber cómo reaccionar. Cosas que, al fin, nos descolocan y nos alejan de la lógica preestablecida que nos habíamos montado en nuestra cabeza. Son instantes de duda, de incertezas, de pensar: “¿Qué es lo que va a pasar después?”. Sin tener respuesta. Ni margen de maniobra. Pero lo intentamos. Estos octavos de final del Mundial 2022 presentaban partidos en los que todos nos aventurábamos a decir que es lo que iba a pasar, es decir, qué equipo estaría en cuartos. Y estoy seguro de que muy pocos se han equivocado con sus predicciones porque, de momento, todo va según lo establecido.
Después de que Argentina y Países Bajos certificaran su pase a la siguiente ronda era el turno de Francia. Los gallos se presentaban a un encuentro frente a Polonia después de perder en la última fecha de la fase de grupos ante Túnez, aunque Deschamps llenó el once de suplentes. No fue un buen partido. Pero los titulares descansaron. Y lo pagó Polonia que sobre todo condenó el descanso de un Kylian Mbappé, como siempre, soberbio. El titi hizo, literalmente, lo que quiso. Especialmente en la segunda mitad. Dos zambombazos con su pierna derecha se colaron a la portería polaca y desataron la locura en el Al Thumama Stadium. Una nueva actuación brillante. 9 goles en dos mundiales. 7 goles más asistencias en este. ¿Quién puede parar a Mbappé? Nadie. O Inglaterra. Que también hizo sus deberes.
Los ingleses se enfrentaban a los campeones africanos, Senegal. Parecía uno de los octavos más parejos, pero Kane se encargó de demostrar que no era así. Una nueva masterclass más del jugador del Tottenham que es la brújula de su equipo, el capitán del barco inglés. Una estrella donde las hay muy pocas. Un delantero de época condenado a jugar por siempre en los Spurs. Qué jugador es Harry Kane. Y qué partido nos espera frente a Francia. Porque con Inglaterra tuvimos la misma sensación que con Francia. Hacían lo que querían. Aceleraban el juego cuando querían. Marcaban cuando querían. Imparables. Lo que todos nos esperábamos. O incluso más.
