Por Ramon Vilageliu.
Hay cosas que se pueden convertir en aburridas si las hacemos muchas veces al día, o a la semana, o al mes. Todo depende de la actividad escogida. Es aburrido tener que sacar a pasear el perro más de una vez al día, es aburrido limpiar los platos después de comer, es aburrido no hacer nada durante un día, es aburrido no ver fútbol cada día… Y así podríamos estar horas y horas, nombrando acciones de nuestra vida que son aburridas. Pero tampoco hace falta abrumar, es momento de disfrutar. Y así vamos a hacerlo. Aún más si el Mundial de Qatar 2022 nos ofrece experiencias sensoriales del nivel de los primeros dos cuartos de final.
Brasil llegaba como absoluta favorita delante una Croacia que había estado tímida en este Mundial, pero aún con mucho por decir. Sobre todo, Modric. Qué jugador. Sin embargo, la verdeamarelha era clara favorita. Todo el mundo esperaba que se plantaran en semifinales y hasta esta eliminatoria fue apodada como la más fácil del torneo por muchos pseudoespecialistas en fútbol. Pobres ilusos, no conocen del espíritu competitivo de los balcánicos y, en especial, de esta Croacia. El partido fue dominado de inicio a fin por los europeos, mientras Brasil solo intentaba hacer daño utilizando la calidad de sus hombres de arriba. Pero no les funcionó. En absoluto, de hecho. Nadie salió como Tite preveía. Y el partido se alargaba y llegaba a la prórroga donde un destello de calidad de Neymar abrió la lata. Pero no la cerró. Todo al revés, de hecho. En una contra milimétrica, el gigante Petkovic remató al fondo de las mallas un pase de su compañero de equipo Orsic. Dos jugadores del Dinamo Zagreb hundiendo las aspiraciones de la pentacampeona. Ver para creer. Y aún más después de la lotería de los penaltis, que favoreció a la selección más experimentada, ya con una final en su haber hace cuatro años. Brasil había caído, pero aún había tiempo para una hecatombe más esa noche.
Argentina. La albiceleste. Capaz de tanto y de tan poco. Volvió a poner los corazones de los aficionados al rojo vivo. Se adelantó, con una genialidad de Messi, amplió la ventaja con un penalti ejecutado a las mil maravillas por el astro. Pero sufrió. Y lo hizo después de la entrada del gigante Weghourst, un jugador que ya se ha ido a retirar a Turquía. Un doblete como dos soles. Y a prórroga, y penaltis. La segunda tanda en esa noche catarí. Pero le apareció la virgen a los de Messi y el Dibu, que vieron como os neerlandeses fallaban penaltis y ellos los marcaban. Éxtasi. A semifinales. Pero sufriendo. Como no puede faltar
