Por Ramon Vilageliu.
La confianza es algo que se adquiere con el tiempo y que cuesta mucho de obtener pero que es muy fácil perder. Por tanto, siempre hay que ir con todo. Hasta el final. Y no confiarse porque este es el peor remedio a las situaciones de la vida. Hay que confiar en uno mismo siempre, pero nunca en los demás. Porque pueden fallarte, aunque lo tengan todo de cara. Porque pueden dejarte fuera de una Copa del Mundo, aunque seas una de las únicas selecciones que la haya ganado. Como le pasó a Uruguay después de vencer por 0-2 a Ghana pero que Corea del Sur hiciera lo mismo con Portugal, pero por 2-1.
Uruguay está acostumbrada a sufrir, a no tenerlo todo de cara hasta el final. Ayer estábamos frente a la misma situación. Lo tenían todo de cara después del 2-0 de De Arrascaeta pero no tenían en mente que había otro partido jugándose y que era la Corea del Sur de Heug-Min Son la que lo hacía. Los coreanos hicieron los deberes, no sin sufrir, y vencieron en el último minuto gracias a un gol de Hwang. Y Uruguay especuló con el resultado. Ya que creían que una victoria les serviría. Pero esto no vale en el Mundial de Qatar 2022, dónde todo es posible. Y, sino que se lo pregunten a Alemania, o Dinamarca, o Uruguay. El desastre sucumbió y Uruguay cayó antes de lo previsto. Y las lágrimas inundaron los rostros de Suárez y Cavani, conscientes de que era su última oportunidad de hacer algo grande. Cosas que pasan cunado nos conformamos y confiamos.
Brasil también se confió. Tite sacó un once repleto de suplentes y el partido fue un bochorno ante el imponente escenario de Lusail. Una primera parte para dormirse. Y una segunda donde el seleccionador brasileño probó de todo para hacer reaccionar al equipo, pero lo único que vio fue el gol de Aboubakar, al que le mostraron la segunda amarilla por quitarse la camiseta, cosa que jamás entenderé. Así pues, cerrando ya, no hay que confiarse. Nunca. Aunque seas la primera campeona del mundo, aunque tengas seis mundiales a tu espalda. No te confíes. Nunca.
