Por Ramon Vilageliu.
Gianni Infantino es uno de los hombres del momento. El máximo mandatario de la FIFA vive inmerso en un mar de críticas constantes por sus decisiones en los últimos años. Y por la adjudicación del Mundial 2022 a Qatar. Hoy ha salido a hablar en el Centro de Convenciones nacional del país árabe para calmar las aguas. Y para dejar declaraciones que van a permanecer en el recuerdo.
«Hoy me siento qatarí, hoy me siento árabe, hoy me siento africano, hoy me siento gay, hoy me siento discapacitado, hoy me siento un trabajador migrante». Palabras que lejos de cualquier valoración moral, han dejado un poco descolocados a los periodistas presentes en la sala. Y a los aficionados de todo el mundo. El italo-suizo pretendía, con su discurso, mandar un mensaje de unidad. Y lo que ha generado son dudas. Dudas para saber qué es lo que pretendía. Dudas que antes ya generaba. Pero ahora aún más. Por si fuera poco además ha añadido otras declaraciones que han generado controversia. «Sé lo que significa ser discriminado. En la escuela, de niño, me acosaban porque era pelirrojo y porque tenía pecas». Increíble, ¿verdad? Como si la discriminación que sufren millones de personas en el mundo solo por su procedencia se pudiera asimilar a la que él ha sufrido. Pero tampoco todo lo que ha dicho ha generado polémica. O al menos así ha transmitido en la rueda de prensa. «Los europeos deberíamos disculparnos durante los próximos 3.000 años antes de dar lecciones de moral». Esta es una cita que puede ser que no pase a la posteridad, como sí lo harán las otras que hemos visto, pero que tiene un componente mucho más bueno y analizable. Infantino pone los puntos sobre las íes. Y habla de algo que ningún presidente de la FIFA antes había dicho. Y es que es cierto, los europeos tenemos que pensar dos veces antes de hablar de moral. Porque si hay alguien que no ha tenido moral en la historia somos nosotros. Los del viejo continente. Que nos pensamos que nadie es superior a nosotros. Cuando la realidad es que todos estamos al mismo nivel. Porque si una cosa hemos aprendido estos primeros días en Qatar es que todos somos unos. En la vida y en el periodismo. Y aunque todos tengamos nuestras distintas formas de contar y vivir esta pasión como es el periodismo, todos estamos en el mismo barco.
Ha sido un primer dia largo en Doha. Y mañana viene más. Y pasado aún más. Que esto no pare. Que el fútbol no pare. Que la vida no pare. Y que las declaraciones que dan tanto que hablar que no paren nunca tampoco.
